sábado, 27 de febrero de 2010

réplicias





levantarse de la cama

acodarse a un costado de ella
buscar rápido la mesa y su vacío
permanecer bajo el dintel de la puerta

si estás en tu casa
nadie sabe bien qué hacer

se corta la luz
se corta el sonido
el temblor no es del recital
ni de la disco

gritar desaforadamente
junto a los demas
tener paciencia
y calcular en la oscuridad
buscar la salida
que uno se sabía de memoria
pero que se olvida
en la violencia del temblor

si estás fuera de tu casa
nadie sabe bien qué hacer

las calles se agrietan repentinamente
uno baila sin querer
hay que sujetarse de algún lado
pero no hay lado
no hay promesas
de que te quedes con el marco de la puerta
en la mano
y parte del techo en la cabeza

vivir en el doceavo piso
habrá de convertirse
en un sueño atróz
vivificado por una realidad
que va más allá de la comprensión

gritos
por todos lados
niños llorando
con desesperación
aún cuando sus padres
los tengan abrazados

cómo explicarles
cómo decirles que todo está bien
cuando lo único que se piensa
es que todo acabe ya
que si algo nos pasa
llevame a mí y no a la nena, al nene


27 de febrero de 2010
3:45 AM
la voluntad desaparece
y lo único que se puede hacer
es acodarse como tortuga en algún lugar

autos y micros trizados
en pasos a nivel derrumbados
alguno que vive momentaneamente
el eterno martirio
confesándose delante del volante

puentes caidos
que el río Bío Bío
se va llevando lejos
sin responder
sin explicar

el Maule está jodido
mis amigos de Talca
de Curepto
¿quién puede decir dónde están?
no se sabe nada, absolutamente nada
y eso es un desgarro en el pecho
una filosísima impotencia

nadie sabe bien qué hacer
cuando pasa el sismo exagerado
apenas tocarse el uno al otro
para constatar el hálito
la espalda tensa
el corazón asustado

querés llamar
pero no se puede
las líneas telefónicas se han perdido
y uno cree que será así para siempre

Dayana llora pensando en sus primos
en sus tíos
su sobrina
y en su madre

me dice
"espero que no se largue
a correr por las calles
como en el 85'"

las sirenas inundan la oscuridad
los helicópteros pasan rozando
y te hacen creer que es una réplica
que viene, que no quiere cejar

los bomberos sirenean como neuróticos
y se van quién sabe dónde:
cualquier lugar, ahora, es ningún lugar

sucede la violencia
en el silencio ensordecedor
de la tierra
y  pienso en el Dios en quien digo
que no creo

apenas me pregunto por qué lo hago
y le exigo
no nos hagas esto

los inquilinos
salen de sus departamentos
y bajan a las veredas

quienes no se han visto
ni hablado nunca
se preguntan
"¿están bien? ¿les pasó algo?"

los vecinos salimos a la calle
y recapitulamos
deducimos
examinamos lo sucedido
entre tallas de buen chileno
para relajarnos
para serenarnos
para no decir lo que pensamos:
"puede venir otra vez"

"quizá no se haya ido"


en el día buscamos en vano
cualquier locutorio
algún teléfono
y aún encontrándolo
no podemos hacer nada

cuando vuelve la Net
nos enganchamos
y nos escrbimos mensajes
o anotamos en el muro
diciendo
estamos bien,
¿cómo están ustedes?
¡respondan por favor!

mamá
no puedo llamar
no hay señal
quedáte tranquila
me quedo donde Javier

poco a poco
nos vamos enterando
de nuestras familias
de nuestros amigos
de que están bien

pero ni siquiera han pasado
24 horas
de este catastrófico calvario

pienso en Max
que tiene a su familia
en Conce
donde el sismo
tuvo su epicentro

pienso en si
la Conmoción
habrá tocado
en el galpón
o en cualquier otro lado

pienso en Andrea
pienso en Daniela
pienso en Gabriela
pienso en Guillo
y lo imagino en su departamento
en Bustamante

pienso en Gloria y en Cote
que están en el Norte
pienso en Alejandra
y en sus hijos
allá en Valparaíso

pienso en Carliños
y en don Vigi,
que justo se fue
para el Sur
mochileando

y pienso
que no existe nada peor
para un pampeano argentino
que un terremoto chileno

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