miércoles, 23 de junio de 2010

no me grites!!



























el viejo y santísimo ebrio alemán nos contó una vez
que cuando peleaba con su mujer,
sin importar cuál mujer era en ese momento,
en esa ciudad,
en esa noche,
Carlitos le gritaba: "No me grites, mujer: ¡Yo soy Arturo Bandini!"




creo que de eso se trata todo esto, no?
de buscar las pequeñeces que nos develan
que nos dan la seguridad de sabernos acertados
aún cuando nuestra decisión sea de la peor
¿a caso no es eso y nada más que eso el Hogar?


yo tengo mi chimenea invernal
mi hamaca paraguaya veraniega
las pantuflas otoñales y las camisas hawaianas primaverales
en esas pocas cosas que llevan mi nombre
o algo más que mi nombre....


todos los discos de La Polla Records
funcionan todavía:
manual de conciencia...


la leche, el vodka o el café doble
que me une imposiblemente
a todo lo que es y no es Luca Prodan


el inevitable, amargo y peliagudo descubrimiento
de saber más cerca de mí a Vallejo que a Borges
y, de decidir por alguno,
siempre irme a tomar un trago con Artl y Walsh
así, de una, sin pensarlo...
para ir de putas coronando la noche simple y clara
donde 'vamos' es vamos y nada más




también soy un ebrio crónico
tal vez no lo sea
quizá sea enfermedad o no


tampoco espero a pelearme con mi mujer
y si grito o no grito, no importa,
yo también soy otro


¡¡Yo soy Harvey Peckar!!

viernes, 18 de junio de 2010

palomitas de maíz de plástico verde










 




















detesto todas las comedias románticas
norteamericanas en particular

me da pena saber que existe mercado
que hay boludas y marmotas
que consumen siquiera el argumento vacío
repetitivo, insípido, sin sal
de esas horribles películas
que son más cancerígenas que el cáncer
y por la cual se gastan las fortunas
de los paises explotados del mundo

son patéticas las rubias que sufren de amor
por los carilindos confundidos 
 que se enamoran de la novia de su mejor amigo
o, lo que debería ser peor y asustarnos para luego perdonarlos,
que se enamoran de la hermana de la novia
a la que, obviamente, dejarán plantada en el altar
-cuya ceremonia, igualmente, no se suspenderá- 

me socaba la paciencia los extremos ridículos
entre el calibre angosto por donde surca
los dilemas aburguesados y faltos de polenta
de todas las comedias románticas del celuloide empresarial
y, en la otra punta, cualquier película de cine iraní



no es justo
el mundo así no es justo

no lo es

 
 

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