miércoles, 26 de mayo de 2010

lana































mi viejita siempre tejía bocha cuando éramos chicos

desde pulloveres, guantes y bufandas
hasta pantalones de lana
cuyo acérrimo enemigo era la lluvia


es que nosotros éramos de esa época
en que casi todo se hacía en casa
porque pensar en ir a comprar tenía otro sentido


cuando lo hacíamos tomábamos el colectivo
para ir al centro de la ciudad
y el mismo camino que hacíamos para ir a la escuela
se volvía diferente, más emocionante...
era el viaje de gala y de fiesta
aunque sólo fuera para comprara guardapolvos ylápices


mi vieja era buena para las agujas
le entraba de a poco cuando se iba el verano
y cuando el otoño pasaba por la ventana
ya estaba de lleno trabajando en los puntos


le gustaba la cuestión...
tanto 
que una vez necesitó ir más allá del invierno
y se compró una máquina Overlock


nosotros fuimos uno de los pocos 
que tuvimos una de esas en la cuadra


mis amigos, con la imaginación infantil disparada,
creían que era un piano


a mí me parecía estúpido que pensaran eso
porque yo ya tocaba el piano hacia un año
¿adónde veían las teclas, los pies, los martillos?
¡imbéciles!
para mí la "Over", como le decía ella, era una gran máquina de escribir
y, cuando estaba solo por las tarde, me sentaba en la silla y jugaba


después pasó lo que tenía que pasar: el Tiempo


mis hermanos fueron creciendo
y con ellos nacieron los primeros 'Mall',
como el mítico "Shoping Sur" de Avellaneda,
y llevar la 'ropa de mamá' los avergonzaba
ahora pintaban las 'Le Kof Sportif', las 'Ribuc' y las 'Naik'
y los lompa de jean 'Levi's' y 'Rangler'


yo seguí mi vida y me robaba las prendas
que éran de ellos antes de que las botaran
hasta que un día no encontré nada más en nuestro armario




una noche estaba en la casa de un amigo
me quedaba a dormir
tendría unos 16 años
y él llevaba un pullover que me encantaba
tejido a mano
por su madre o por su abuela
-esto, por supuesto, tiene una importancia relativa-
y yo lo miraba y lo miraba y lo veía mejor en mí que en él


yo tenía un sweter de hilo y de cierta marca
que él siempre me halagaba
diciéndome que en cuanto me durmiese, me lo robaba


entonces hicimos una apuesta
una estúpida apuesta
para no sentir que nos desprenderíamos
de algo que era demasiado propio
porque lo lógico hubiera sido el intercambio y chau


al acabarse las cervezas y los cigarros
decidimos ir a la estación de servicio
en la rotonda de "Los Pinos" a comprar,
pero yo con una pollera de su madre y con una máscara de Menem
y él con un brassier y una tanga de la hermana, una pelúca y lentes negros



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