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los caballos muertos del Pyragué
en una meseta perdida
por la soledada Bahía Blanca
palpita galopando triste
la alma alograda
la Luna sin noche
la Potra cansada
el niño perdido
la oveja esquilada...
no queda pasto
que satisfaga,
ni árbol, Pombero,
que palpite
desangrada.
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